En países desarrollados, casi tres cuartos de la sal que se consume proviene de los productos alimentarios ultra-procesados. Las fuentes que más sal aportan son el pan, el queso, los embutidos o cecinas y las comidas preparadas que solo deben calentarse, tales como pizzas y sopas instantáneas. La industria agrega la sal porque es barata y refuerza los sabores.
Muchos consumidores no se dan cuenta que estos productos contienen mucha sal, porque también pueden contener cantidades considerables de azúcar. Así, la sal está pero oculta.