Si bien los niños varones están más expuestos al trabajo infantil remunerado fuera del hogar, las tareas domésticas que realizan principalmente las niñas, ya sea en hogares propios o ajenos, también son una forma de trabajo infantil que viola sus derechos, consagrados en la Convención sobre los Derechos del Niño. Además las exponen a riesgos de salud física y mental, abuso sexual y accidentes laborales. Dado el sesgo de género que aún persiste en estas labores, las niñas quedan en desventaja frente a los varones y deben pagar un costo oculto que muchas veces determina negativamente sus trayectorias laborales futuras. Este es el tema central del boletín Desafíos Nº 8, publicación conjunta de la CEPAL y la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de UNICEF, que hace un seguimiento al avance de los Objetivos de desarrollo del Milenio en la infancia y la adolescencia.
Desafíos presenta testimonios de niñas y adolescentes de varios países de la región, quienes cuentan su experiencia como trabajadoras domésticas. También incluye una columna de Myriam Merlet, Asesora especial del Ministerio de la Condición Femenina y los Derechos de las Mujeres de Haití, sobre la situación de los restavèk , los niños utilizados para el trabajo doméstico a cambio de comida y alojamiento.
En el artículo Trabajo infantil en América Latina y el Caribe: su cara invisible, la Directora a.i. de la División de Asuntos de Género de la CEPAL, Sonia Montaño, y la especialista en estadística de la misma división, Vivian Milosavjlevic, analizan el trabajo infantil remunerado y no remunerado.
Según su estudio, en la mayoría de los países la proporción de niñas que dice dedicarse principalmente a los quehaceres domésticos más que triplica a los niños. Guatemala es el país con más niñas dedicadas al trabajo doméstico (14,4%), seguido por Honduras (10,3%), Nicaragua (9,8%) y El Salvador (6,7%).
"El empleo doméstico de las niñas llega a justificarse culturalmente cuando los patrones las envían a la escuela, les otorgan vestimenta y vivienda, manteniendo relaciones de servidumbre y explotación al margen de la ley, pero toleradas socialmente," afirman Montaño y Milosavjlevic.
Además, muchas niñas ejercen trabajo no remunerado dentro de sus propios hogares, asumiendo responsabilidades inapropiadas para su edad. Frecuentemente, el trabajo no remunerado en los hogares se acepta mientras no interfiera con el acceso a la escuela y sea compatible con los horarios de colegio.
Sin embargo, señalan las autoras, "lo que no se reconoce es que esta práctica tan generalizada sellará el futuro laboral de las niñas y reproducirá las relaciones de género que asignan a las mujeres el papel de cuidadoras, aunque ellas quieran o deban trabajar".
El informe recomienda promover políticas educativas y laborales que transformen el pacto familiar de subordinación de las niñas en otro de derechos y responsabilidades compartidas.
Si bien los niños varones están más expuestos al trabajo infantil remunerado fuera del hogar, las tareas domésticas que realizan principalmente las niñas, ya sea en hogares propios o ajenos, también son una forma de trabajo infantil que viola sus derechos, consagrados en la Convención sobre los Derechos del Niño. Además las exponen a riesgos de salud física y mental, abuso sexual y accidentes laborales. Dado el sesgo de género que aún persiste en estas labores, las niñas quedan en desventaja frente a los varones y deben pagar un costo oculto que muchas veces determina negativamente sus trayectorias laborales futuras. Este es el tema central del boletín Desafíos Nº 8, publicación conjunta de la CEPAL y la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de UNICEF, que hace un seguimiento al avance de los Objetivos de desarrollo del Milenio en la infancia y la adolescencia.
Desafíos presenta testimonios de niñas y adolescentes de varios países de la región, quienes cuentan su experiencia como trabajadoras domésticas. También incluye una columna de Myriam Merlet, Asesora especial del Ministerio de la Condición Femenina y los Derechos de las Mujeres de Haití, sobre la situación de los restavèk , los niños utilizados para el trabajo doméstico a cambio de comida y alojamiento.
En el artículo Trabajo infantil en América Latina y el Caribe: su cara invisible, la Directora a.i. de la División de Asuntos de Género de la CEPAL, Sonia Montaño, y la especialista en estadística de la misma división, Vivian Milosavjlevic, analizan el trabajo infantil remunerado y no remunerado.
Según su estudio, en la mayoría de los países la proporción de niñas que dice dedicarse principalmente a los quehaceres domésticos más que triplica a los niños. Guatemala es el país con más niñas dedicadas al trabajo doméstico (14,4%), seguido por Honduras (10,3%), Nicaragua (9,8%) y El Salvador (6,7%).
"El empleo doméstico de las niñas llega a justificarse culturalmente cuando los patrones las envían a la escuela, les otorgan vestimenta y vivienda, manteniendo relaciones de servidumbre y explotación al margen de la ley, pero toleradas socialmente," afirman Montaño y Milosavjlevic.
Además, muchas niñas ejercen trabajo no remunerado dentro de sus propios hogares, asumiendo responsabilidades inapropiadas para su edad. Frecuentemente, el trabajo no remunerado en los hogares se acepta mientras no interfiera con el acceso a la escuela y sea compatible con los horarios de colegio.
Sin embargo, señalan las autoras, "lo que no se reconoce es que esta práctica tan generalizada sellará el futuro laboral de las niñas y reproducirá las relaciones de género que asignan a las mujeres el papel de cuidadoras, aunque ellas quieran o deban trabajar".
El informe recomienda promover políticas educativas y laborales que transformen el pacto familiar de subordinación de las niñas en otro de derechos y responsabilidades compartidas.