Persiste el trabajo infantil en zonas rurales
Seis mil niños fueron hallados en unos campos de Concordia durante la cosecha de arándano. Tienen entre 8 y 15 años y emigran en busca de trabajos temporales. Muchos de ellos van acompañados por sus padres y otros son engañados por intermediarios. La Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), denunció que anualmente unos 6.000 menores de edad santiagueños son utilizados para realizar tareas de cosechas en otras provincias, “en muchos casos en situaciones que lindan con la esclavitud”. El delegado del Ministerio de Trabajo de la Nación explicó que “en Santiago del Estero se ha detectado trabajo infantil, y estamos por ahondar el tema de la inspección rural ante la inminencia de las cosechas de zanahoria, melón y sandía”.
Clasificados por internet buscan gente para zafra de arándanos. Pagan de 7 a 8 pesos por bandeja.
El reciente hallazgo de chicos santiagueños que vivían en condiciones de esclavitud en unos campos de Concordia, provincia de Entre Ríos, puso al descubierto una situación de trabajo infantil penado por ley. Antonio Omacini, delegado provincial de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), denunció que anualmente unos 6.000 menores de edad santiagueños son utilizados para realizar tareas de cosechas en otras provincias, “en muchos casos en situaciones que lindan con la esclavitud”.
En declaraciones al diario El Liberal, el dirigente rural alertó que estos chicos, cuyas edades oscilan entre los 8 y los 15 años, son utilizados como obreros golondrina en las cosechas de arándanos. Admitió que muchos de ellos van acompañados por sus padres, “pero también están aquellos, que no son pocos, que van por su propia cuenta. Son engañados por intermediarios inescrupulosos y viven en condición de explotación”.
Omacini explicó que unos 30.000 trabajadores rurales santiagueños emigran anualmente para trabajar en las diversas cosechas que se producen en otras provincias, “pero el 70 por ciento se van a sabiendas de que pueden ser estafados, aún así, lo mismo se anotan por la necesidad de trabajo”.
“Se trata de padres de familias numerosas que son absorbidos, en su mayoría, por las cosechas de algodón y de arándano, y llevan a sus hijos para colaborar con la mano de obra, incluso ellos mismos a veces los ocultan cuando hay una fiscalización por temor a perder la fuente de trabajo”, explicó.
El delegado de Uatre aseveró que la mayoría de los obreros golondrina están cercanos a la esclavitud: “Es una situación muy grave, trabajan bajo condiciones contractuales pésimas porque los propietarios de esos campos no tienen en cuenta la protección por el uso de agroquímicos, por lo que los accidentes de trabajo son muchos y frecuentes”.
“En Santiago no hay una producción agropecuaria que contenga a mucha gente, por eso se van al Sur o a la Mesopotamia con la esperanza de conseguir trabajo, aún sabiendo, en muchos casos, que pueden ser estafados”, dijo Omacini y admitió que desde Uatre cuentan con los mecanismos para detectar a los estafadores “pero no hay solución, todos los años pasa esto, la producción agropecuaria está haciendo trabajar en negro en un porcentaje muy alto a muchas personas porque no funciona el contralor en el campo, por eso siempre recalcamos que se tiene que fiscalizar a las empresas”.
El delegado confesó que su sindicato no tiene poder de policía y advirtió para ejercer el control laboral se necesita la ayuda del Ministerio de Trabajo de la Nación. “Hemos realizado numerosas denuncias de situaciones anómalas, el año pasado fueron estafados 300 trabajadores rurales en campos de arándanos ubicados sobre la ruta 14, en Concordia, y como consecuencia hemos entablado demandas laborales por evasión. De los que van a trabajar a otras provincia, el 70 por ciento están en negro, por lo que no redunda en beneficio del peón rural”, señaló.
El delegado del Ministerio de Trabajo de la Nación, Dr. Alejandro Duca explicó que “en Santiago del Estero se ha detectado trabajo infantil, y estamos por ahondar el tema de la inspección rural ante la inminencia de las cosechas de zanahoria, melón y sandía”. El funcionario nacional detalló que en la cosecha de algodón “se usa mano de obra infantil, debido a que por el tamaño de los capullos necesitan manos pequeñas para arrancarlos”. Agregó que se trata de “criaturas de 8 y 9 años”, y admitió que el organismo que dirige no cuenta con cifras ni con estadísticas. Dijo que es difícil la detección “porque en muchos casos son familias enteras las que trabajan y llevan a los chicos a los surcos, a veces en condiciones inhumanas”.