Los nuevos caminos del Turismo Sostenible
“El turismo sostenible va mucho más allá de lo ambiental, no debe confundirse con el ecoturismo”, subraya Carlos Voleger, Director Regional para las Américas de la Organización Mundial del Turismo (OMT) en el inicio de la charla. Y así es. Desde hace diez años el turismo busca la manera de, además de aportar valor económico y abogar por la preservación ambiental, sumarse como parte la estrategia de desarrollo social sostenible de las comunidades. Aquí, un panorama de las dimensiones, pautas y desafíos del Turismo Sostenible (TS).
Los tres ejes en los que se asienta el concepto respetan estrictamente la triple generación de valor de la sostenibilidad. Sus bases son el uso óptimo de los recursos naturales (valor ambiental) el respeto por la diversidad socio-cultural (valor social) y la viabilidad económica y distribución equitativa de los beneficios (valor económico)
En primer lugar, el Turismo Sostenible busca la “viabilidad y competitividad de las empresas y de los destinos”. Esto se vincula con mantener un volumen óptimo y equilibrado de visitantes y con reducir los ciclos estacionalidad que afectan a algunos sitios y también con asegurar buen acceso físico al destino y dentro del destino la propia movilidad interna.
Ningún turismo será sostenible sino apuesta a “contribuir a la prosperidad local”. “Se trata de que el habitante local no vea como una agresión externa al turismo”, explica Voleger – y de reducir las fugas económicas a través de buenos flujos de vínculos con la economía local”.
Aunque parezca contradictorio el TS busca aumentar el gasto y el tiempo de pernoctación por turista. “Todos los destinos prefieren que vengan menos turistas pero que gasten más dinero, porque el impacto es menor”, añade.
Buena parte de esa ansiada prosperidad local está relacionada con la “calidad de los empleos locales”. “Tenemos que mejorar las condiciones laborales de la gente y superar la estacionalidad de algunos destinos”. Claro que aquí juega la cuestión climática. No podríamos imaginar a cientos de turistas ávidos de visitar playas en invierno. Sin embargo hay esfuerzos para corregir esto. “Hay centros de esquí que han superado la estacionalidad ofreciendo productos alternativos de montaña”, ejemplifica.
“En las Américas tenemos grandes deficiencias en el sistema de formación profesional. Nosotros hicimos un estudio con la Secretaría General Iberoamericana el año pasado, que presentamos en la Reunión de Ministros de Turismo, donde detectamos brechas importantes entre los sistemas de formación profesional y la necesidad de las empresas”. Fomentar la capacitación y la formación profesional debe ser otra prioridad.
El turismo también puede ser un factor desarrollo social si está bien planificado. Por eso la Organización Mundial del Turismo (OMT) considera un valor fundamental promover “la equidad social” como un valor estratégico del turismo. Se trata, en la mirada de Voleger, de “dar más oportunidades a los más desfavorecidos como los jóvenes, mujeres, comunidades indígenas, comunidades en riesgo y, fundamentalmente, utilizar las rentas de turismo para sostener programas sociales.
En este sentido, la OMT tiene un programa denominado "Turismo Sostenible-Eliminando la pobreza" que pretende ayudar, a través de diferentes programas y proyectos, a que diferentes zonas de Países en Vías de Desarrollo puedan desarrollar el TS y que, al mismo tiempo, contribuya a luchar contra la pobreza en dicha área geográfica. Otras miradas denominan a esto mismo Turismo Solidario o Turismo Ético.
Como toda mirada integral de la sustentabilidad no puede soslayar la dimensión económica, la OMT también trabaja, dentro de su estrategia de TS por “mantener niveles altos de satisfacción de los visitantes”. “Cada vez estamos ante un turista más exigente, más maduro y más informado. Tenemos la necesidad de ofrecer una alta calidad de información e interpretación del destino, que es una forma de disfrutar mejor y de garantizar la seguridad y atención del turista”, aclara.
Para esto es indispensable “fomentar la participación activa de las comunidades locales” a través de una descentralización de la planificación y la gestión de la industria del turismo, que asegure el involucramiento, la capacitación y conocimiento sobre el turismo de la comunidad local. “Esto, además, ayuda mucho a la tolerancia y al respeto. Cuando uno se conoce más, se entiende mejor con los otros. Es un beneficio social añadido”, dice el ejecutivo de la OMT.
Los progresos que aporta el turismo en muchas regiones mucha veces promueve “islas de confort” en el medio de un mar de privaciones. Por eso desde la organización se busca promover el uso mutuo y común de las instalaciones y la infraestructura que deja el turismo y de asegurar el acceso a estos servicios por parte de los residentes.
El Turismo Sostenible tiene que servir en esencia para aumentar el bienestar y la calidad de vida de la comunidad receptora. De allí que otra acción destacada sea la de trabajar para eliminar el crimen y fundamentalmente el turismo sexual y la explotación sexual de los niños. Un verdadero drama humano global que muchas veces se ve potenciado por los movimientos del turismo.
Ya en 1995, en la “Declaración de la OMT sobre la Prevención del Turismo Sexual Organizado”, se llamaba a las empresas a “adoptar medidas prácticas, promocionales y comerciales como, por ejemplo, una auto identificación positiva de las empresas que se abstienen de la promoción del turismo sexual; prohibición de los servicios sexuales comerciales, en particular los que afectan a la infancia, en los locales contratados con fines turísticos; información a los viajeros acerca de los riegos sanitarios relacionados con el turismo sexual, etc.
La única cadena hotelera internacional que aún no ha adherido a este protocolo ha sido la de los hoteles Hilton.
“Estamos trabajando mucho con la UNESCO desarrollando una Política de Turismo Sostenible en los Sitios de Patrimonio Mundial. Queremos establecer criterios más precisos de políticas para evitar la saturación de áreas naturales”, añade.
Proteger y promover el Patrimonio a través del respeto por las culturas y las tradiciones anfitrionas es otro pilar del TS.
Conservar el patrimonio tangible e intangible de una comunidad evita el fenómeno de la “aculturización” que se da cuando una comunidad va perdiendo paulatinamente su esencia a medida que se ve sobrepasada por la presencia desbordante de visitantes de otras culturas foráneas. Además de su impacto social y ambiental, esta situación a la larga le termina quitando atractivo al destino turístico, que pierde su color telúrico.
Hasta el mismísimo Vaticano se ha pronuniciado sobre el tema, cuando el Consejo Pontificio de la Pastoral para los Migrantes y los Itinerantes pidió que el turismo debe “ser respetuoso con el medio ambiente, y buscar alcanzar una perfecta armonía con lo creado, de manera que, garantizando la sostenibilidad de los recursos de los que depende, no dé origen a transformaciones ecológicas irreversibles”.
El turismo y los turistas impactan irremediablemente en la integridad física de los sitios. El Turismo Sostenible procura evitar esta degradación. Minimizar el impacto físico de las construcciones e inversiones turísticas como la erosión y el daño físico del patrimonio. “Mantener una alta calidad de los paisajes rurales y urbanos con recursos turísticos es clave para su sostenibilidad, hay que evitar la degradación del entorno”, dice Voleger.
Por disposición de las Naciones Unidas, 2010 ha sido un año dedicado a la problemática de la Biodiversidad. La OMT es parte del Sistema de las Naciones Unidas y como tal tuvo a dicho tema en el centro de su agenda, consagrando su reunión anual a analizar el vínculo entre turismo y naturaleza.
En pos de proteger la diversidad biológica la estrategia de Turismo Sostenible que promueve la OMT busca minimizar los daños al patrimonio natural por las actividades turísticas, aumentar la protección de las áreas naturales y las capacidades de su gestión y generar mayor conciencia sobre los valores del patrimonio natural entre los turistas y residentes.
En ayuda de esto va el uso eficiente de recursos bajo el legendario pero no por ello menos útil mantra de las “Tres R” Reducir, Reciclar y Reusar.
En lo referido a la dimensión energética “este año pusimos en marcha una iniciativa financiada por la Agencia Ejecutiva de Competitividad e Innovación (AECI) para fomentar el uso de energías renovables en el Sector hotelero que se llama Hotel Energy Solutions, que se inició con una prueba piloto en Europa”, nos anticipa Voleger.
De hecho, ya proliferan en el mercado cientos de certificaciones ambientales y energéticas de lo más diversas, a las que se suman las que otorgan los propios Estados, con lo que se ha desatado una carrera por acumular sellos y etiquetas entre las cadenas hoteleras que promete continuar. El concepto de “hojas verdes” acompaña y hasta reemplaza de a poco al de las tradicionales “estrellas” de calificación hotelera.
A este afán por conservar la pureza ambiental de los sitios se le añaden los esfuerzos por minimizar los desechos y disponerlos con cuidado en los destinos turísticos. Para tener una idea aproximada del impacto de residuos basta decir que según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), un solo barco de crucero produce 70.000 toneladas de basura al año.
Para cerrar su charla Carlos Voleger nos quiere contar dos hitos vinculados con el marco de insitucionalidad global del Turismo Sostenible. Uno, que el Código Ético del Turismo Mundial que se aprobó en 1999 en la Asamblea General de la OMT en Santiago de Chile, en su artículo tres está dedicado enteramente al “el turismo como factor de desarrollo sustentable”. Dos, que en 2008, se crearon los criterios globales de Turismo Sostenible del que se desprendió la formación del Consejo Global del Turismo Sostenible, que la OMT integra en su Mesa Directiva.
Carlos Voleger se despide. Debe marchar urgente al aeropuerto para tomar el avión que lo devuelva a su casa. Quién sabe de alguna aerolínea que ofrezca a sus pasajeros compensar las emisiones de carbono de su vuelo a través de la donación de una suma de dinero que será invertida en algún proyecto verde. Sí, otra de las caras del Turismo Sostenible.
Por Alejandro Langlois