Una fuerte relación laboral es clave para reducir la desigualdad y superar los retos de un entorno de trabajo cambiante
La globalización y la rápida innovación tecnológica han impulsado un crecimiento económico sin precedentes, y, sin embargo, nadie se ha beneficiado con ello. Los sindicatos y los empleadores, junto con los gobiernos, pueden influir de manera importante en hacer que el crecimiento sea más incluyente y ayudar a los trabajadores y a las empresas a afrontar los retos de un entorno de trabajo cambiante. Según un nuevo informe de la OCDE y la OIT, las buenas relaciones laborales constituyen una manera de reducir la desigualdad en el trabajo y en los salarios y de compartir mejor la prosperidad.
En Building Trust in a Changing World of Work (Construir la confianza en un entorno de trabajo cambiante) se señala que el número de miembros de los sindicatos está disminuyendo en la mayoría de los países, en tanto que en varias economías emergentes grandes porcentajes de la fuerza de trabajo aún forman parte de la economía informal. El porcentaje de empleados cuyas condiciones de trabajo y salarios se regulan por medio de la negociación colectiva varía mucho entre los diversos sectores y países, de 10% en Turquía a más de 90% en Suecia. La cobertura de la negociación colectiva también se ha reducido notoriamente en muchos países durante las últimas décadas, aunque en algunos países muchos trabajadores sí se benefician con ella gracias a la implementación de firmes reformas de políticas públicas.
“Crear más y mejores empleos es clave para lograr un crecimiento económico incluyente. En una época de inseguridad en el empleo, estancamiento de los salarios y nuevos retos planteados por la revolución digital, contar con relaciones laborales constructivas es más importante que nunca”, dijo el Secretario General de la OCDE Angel Gurría, al presentar el informe junto con la Ministra de Relaciones Exteriores de Suecia Margot Wallström, el Ministro del Trabajo de Francia Muriel Pénicaud, la Secretaria General de la ITUC Sharan Burrow y el Director General Adjunto de Programas Exteriores y Alianzas de la OIT, Moussa Oumarou.
Este informe es parte del Global Deal for Decent Work and Inclusive Growth (Pacto Mundial para el Trabajo Digno y el Crecimiento Incluyente), iniciativa presentada por el Primer Ministro sueco Stefan Löfven y desarrollada en cooperación con la OCDE y la OIT. La alianza multiactores se propone fomentar el diálogo social como una manera de promover empleos de mejor calidad y condiciones de empleo más equitativas, así como ayudar a distribuir los beneficios de la globalización, de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El Pacto Global cuenta con cerca de 90 aliados representantes de gobiernos, empresas, empleadores y organizaciones de trabajadores, así como otros organismos que hacen compromisos voluntarios de contribuir a un diálogo más eficaz y a negociar acuerdos.
“Estamos convencidos de que el Pacto Mundial para el Trabajo Digno y el Crecimiento Incluyente puede ayudar a impulsar un mayor y mejor diálogo social para que podamos proporcionar a todos los trabajadores una voz fuerte, protección, condiciones laborales equitativas y buenos niveles de confianza con los empleadores”, afirmó el señor Gurría.
De acuerdo con el informe, alrededor de dos mil millones de trabajadores de todo el mundo —más de la mitad de la fuerza de trabajo mundial— tienen empleos informales y en su mayoría inseguros, lo cual significa que no tienen contratos formales ni seguridad social. Cada año ocurren 2.78 millones de muertes y 374 millones de lesiones y enfermedades no fatales relacionados con el trabajo.
El informe destaca la función fundamental que los sindicatos y los empleadores pueden desempeñar para forjar el futuro del empleo al decidir en conjunto qué tecnologías deben adoptar y de qué manera, para contribuir a gestionar transiciones para los trabajadores desplazados, ayudar a identificar necesidades en materia de competencias, y desarrollar programas educativos y de formación. Asimismo, en el informe se observa, al analizar las Líneas directrices de la OCDE para empresas multinacionales, que las empresas con una calificación social (una medida de su capacidad para generar confianza y lealtad entre la fuerza de trabajo, los clientes y la sociedad en general) más alta también tienen un desempeño financiero más fuerte.
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