En una entrevista para ComunicaRSE pudimos ampliar sobre su trabajo y la situación actual de América Latina.

¿Cuáles son los principales desafíos para lograr un transporte urbano sostenible en América Latina?

Hoy, en mi opinión, encontramos tres grandes retos para el transporte urbano: lograr una redistribución más equitativa y eficiente de los recursos (espacio público, vehículos, y datos); integrar de manera constructiva y complementaria los nuevos servicios denominados disruptores; y lograr la sostenibilidad financiera en la operación de los sistemas de transporte público.

En el contexto climático crítico actual, ¿La transición a un transporte urbano más limpio se está realizando lo suficientemente rápido?

Infortunadamente no. Los demás sectores: bosques, agricultura, energía, están haciendo la tarea. El sector transporte aún no. Las actividades de transporte de bienes y personas representan el 25% del consumo energético del mundo, es el segundo emisor más grande, pero el que más rápido está creciendo. Tenemos que aumentar la urgencia y el volumen del mensaje: “el transporte no va por el camino correcto de descarbonizar el sector”.

¿Cómo se logra una mayor concientización de los ciudadanos?

Mientras que todos entendemos el daño que estamos causando debemos promover mejoras en los sistemas de transporte público y generar importantes desincentivos al vehículo particular ineficiente. Varias ciudades del mundo, incluida Buenos Aires, vienen trabajando fuertemente en esto. Redes amplias y seguras de bicisendas, mayor capacidad en el transporte público, con mejores niveles de servicio, y fuertes restricciones y cobros por el uso indiscriminado del vehículo particular y estacionamientos. Es simplemente acortar la brecha que hay entre el costo actual que se paga contra las externalidades negativas generadas a toda la sociedad por congestión, contaminación (local y global) y siniestros viales.

Las nuevas modalidades de transporte, ¿cómo pueden contribuir a la inclusión social?

Las nuevas modalidades de transporte urbano, en la medida que se puedan regular de manera adecuada, pueden aumentar la cobertura geográfica de los sistemas, idealmente de manera integrada operacionalmente y en tarifas, mejorando la accesibilidad y la inclusión de las poblaciones que tienen menos servicios de transporte disponibles. Esto sin duda significa mayor acceso a más oportunidades de empleo, y muy seguramente de empleo formal, de educación, salud, recreación, y demás. Adicionalmente, estas nuevas modalidades, permiten el uso de la tecnología para generar mayor confiabilidad y seguridad en la prestación del servicio, tema de particular atención para la seguridad de las mujeres en el uso del transporte.

¿Cuál será el rol de las automotrices?

Las automotrices deben ser parte de integral de la ecuación para mejorar la movilidad. Según el Foro Económico Mundial el parque automotor podría duplicarse para el 2040. Es del interés general-incluido el de las propias automotrices- lograr frenar esta tendencia, buscar proveer servicios de movilidad y accesibilidad diferentes, fomentar innovaciones que no impliquen propiedad de los vehículos y que maximicen la eficiencia en su uso. La movilidad compartida y eléctrica debe ser la norma y no la excepción.

Desde CAF, ¿Qué acciones están realizando en Argentina?

Trabajamos en muchas escalas. Venimos cofinanciando proyectos tan emblemáticos como el Paseo del Bajo y el ferrocarril Belgrano Sur. Trabajamos en un piloto para la implementación de colectivos eléctricos en la Ciudad de Buenos Aires, y más recientemente hemos apoyo un importante trabajo en la agenda de equidad y seguridad de género para el transporte, con resultados tan positivos como el lanzamiento del #22676 para reportar desde los celulares cualquier tipo de acoso o situación riesgosa para la mujer en el transporte. Para los próximos años, quisiéramos sostener este apoyo tanto financiero como técnico y acompañar la agenda de políticas públicas de las autoridades oficiales que deriven en un sector más eficiente, sostenible y equitativo.