Empresas reclaman en la COP30 una hoja de ruta para eliminar los combustibles fósiles
Más de 260 empresas globales se han sumado al llamado para que la COP30 adopte una hoja de ruta clara y vinculante para eliminar progresivamente los combustibles fósiles. La iniciativa, impulsada por la We Mean Business Coalition, busca que los gobiernos fijen plazos concretos, mecanismos de financiamiento y reglas comunes para acelerar la transición energética.
Entre las compañías firmantes destacan líderes de múltiples sectores, incluyendo:
Consumo masivo y alimentos:
IKEA, Nestlé, Unilever, Danone, Heineken, PepsiCo, Diageo, AB InBev.
Tecnología y comercio digital:
eBay, Salesforce, Amazon Web Services, Google Nest (a través de coaliciones sectoriales).
Automotriz y movilidad:
Volvo Cars, BMW Group (por medio de alianzas climáticas), Polestar.
Salud y farmacéuticas:
AstraZeneca, GSK, Bayer.
Finanzas y seguros:
HSBC Asset Management, Aviva, Axa Investment Managers, Triodos Bank.
Energía y materiales:
Iberdrola, Enel, Ørsted, Cemex (a través de compromisos previos alineados con la iniciativa).
Estas empresas sostienen que ya están realizando inversiones significativas en energías renovables, eficiencia energética, electrificación y cadenas de valor bajas en carbono, pero advierten que la transformación no podrá consolidarse sin señales regulatorias claras, predecibles y globalmente coherentes.
Según los firmantes, la falta de una ruta internacional común genera incertidumbre, mantiene activos fósiles que ya son económicamente riesgosos y retrasa la entrada de capital privado a soluciones limpias. Por eso piden que los gobiernos acuerden una eliminación progresiva del carbón, el petróleo y el gas, acompañada por financiamiento para una transición justa, especialmente en países con mayor vulnerabilidad económica y climática.
El llamado cobra fuerza en Belém, donde negociadores y actores empresariales coinciden en que el momento político y económico obliga a transformar la ambición climática en decisiones operativas. El apoyo masivo del sector privado muestra que la transición energética ya no es solo un imperativo ambiental, sino un requisito para la competitividad global.
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